Ganadora de la biznaga de plata a mejor película en el Festival de Málaga y preseleccionada como película española para mandar a los Oscar (al final eligieron a Vivir es fácil con los ojos cerrados), ya pintaba bien desde un principio, pero nunca esperé que tanto. Normalmente no coincido con la gente que da los premios, siempre me gustan más las otras nominadas o incluso las que no nominan, pero en este caso, 10.000 km se merecía la biznaga de plata del Festival de Málaga con mucha ventaja.
La película de Carlos Marqués-Marcet cuenta la historia de una pareja que tiene que separarse geográficamente por motivos laborales. Natalia Tena y David Verdaguer son los protagonistas y únicos personajes de este film, pero no hace falta más. Muchas películas de tan sólo dos personajes (Ayer no termina nunca, de Isabel Coixet) pueden resultar pesadas a medida que va avanzando la trama, pero 10.000 km es diferente, te envuelve de tal forma que no te suelta hasta el final.
Marqués-Marcet nos muestra a una pareja que lleva 7 años junta, y de forma exquisita refleja la cotidianidad de una relación, las necesidades de cada uno y el duro trance de echarse de menos. La química entre los dos actores es desbordante, es tan fácil creer lo que están interpretando que cuesta no verse reflejado en muchas de las escenas.
Espacios pequeños y dos únicos escenarios, Barcelona y Los Ángeles. Gran parte de la película transcurre a través de una pantalla de ordenador, pero eso es algo que sólo acentúa lo verdaderamente importante, la relación de los personajes y su evolución.
El director sin duda ha conseguido su objetivo, que el espectador sienta con los personajes. El humor cotidiano que no busca hacer reír pero lo consigue, las miradas, sonrisas y silencios a través de una pantalla de ordenador que transmiten más que cualquier palabra, en definitiva, una película con pocos elementos de espectacularización, hecha enteramente para sentir.
¿Puede sobrevivir una pareja a la distancia?, la eterna pregunta.